Cabeza ensangrentada, Cubierta de sudor, De espinas coronada, Y llena de dolor: ¡Oh celestial cabeza, Tan maltratada aquí, Tu sin igual belleza Es gloria para mí! Cubrió tu noble frente La palidez mortal, Cual velo transparente De tu sufrir señal. Cerróse aquella boca, La lengua enmudeció: La fría muerte toca Al que la vida dio. Señor, lo que has llevado, Yo solo merecí; La culpa que has pagado Al juez, yo la debí. Mas, mírame; confío En tu cruz y pasión. Otórgame, Bien mío, La gracia del perdón. Agradecido, vengo A Ti, mi Redentor, Por tu bondad sin cuento, Tu muerte y tu dolor. Aquí prometo y juro Que te obedeceré, Amigo fiel, seguro Consumador de fe. En mi última agonía, Revélame tu faz; Tu cruz será mi guía, En paz me llevarás; Tu imagen contemplando Entrego mi alma a Ti, Sólo en tu cruz confiando. ¡Feliz quien muere así! |
14/6/11
Cabeza ensangrentada
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